martes, 20 de marzo de 2007

Gran Cañón: para mirarlo mejor

Los apasionados del turismo y de las alturas tienen desde este martes una nueva manera de disfrutar una de las principales atracciones de Estados Unidos: el Gran Cañón en Arizona.

Se trata de una imponente plataforma de acero y cristal en forma de herradura que se extiende 20 metros desde la ladera de la meseta y está suspendida a casi 1.200 metros del suelo.

La construcción del llamado Skywalk (pasarela del cielo) se inició hace dos años financiada por el empresario de Las Vegas, David Jin, quien invirtió US$30 millones.

Los líderes de la tribu de los Hualapai dieron la autorización para la obra a pesar de fuertes oposiciones entre sus miembros, muchos de los cuales creen que pondrá en peligro los sitios sagrados donde yacen los antepasados.

Por su parte, varios grupos ambientalistas consideran que la plataforma terminará convertiendo la majestuosidad del cañón en una trampa para el turismo.

Los jefes tribales ven precisamente en esta industria una tabla de salvación para los 2.200 miembros de la comunidad que viven en la pobreza.

De la Luna al Cañón

Los primeros en recorrer la pasarela del Gran Cañón han demostrado ya con creces que no le temen a las alturas.

En efecto, a la ceremonia inaugural fueron invitados los ex astronautas Buzz Aldrin (famoso por su caminata lunar en la expedición Apolo 11) y John Herrington, quien está registrado como descendiente de los indios Chickasaw.

Los Hualapai tendrán toda la semana para gozar del maravilloso paisaje antes de que el Skywalk quede abierto al público el próximo 28 de marzo.

Los visitantes podrán hacer su caminata por el cielo pagando una entrada de aproximadamente US$25.

Antes tendrán que superar el cosquilleo que produce saber que uno está a un nivel que es más del doble del edificio más alto del planeta y que la estructura aparece a los ojos literalmente suspendida, ya que no se ve por debajo ni por arriba nada que la sostenga.

Según su diseñador, el arquitecto Mark Johnson, la pasarela de observación puede resistir los vientos de 160 kilómetros por hora que se registran en esa zona del Gran Cañón, así como réplicas de terremotos en un radio de 80 kilómetros.

A pesar de que sus constructores están seguros de que su resistencia le permite acoger hasta a 800 personas, decidieron que sólo 120 estén a la vez en la plataforma.

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