La gran diferencia entre un deportista norteamericano y uno europeo es simple: los primeros tienen la obligación y el deber de pensar exclusivamente en cómo mejorar día a día, mientras que los segundos sólo piensan en cómo ganar más dinero. El ejemplo de Ronaldinho o Beckham es revelador, como dos futbolistas se alejan cada día más de la práctica del fútbol, bajando su rendimiento y condición física a niveles amateur, porqué observan que sus mayores ingresos no provienen del fútbol, sino del patrocinio, las marcas, los sponsors y demás criaturas del marketing.
La clave para solucionar la complicada situación actual está en el salario de los jugadores, es decir, no cobran lo suficiente para rechazar las suculentas ofertas del exterior. Si queremos tener estrellas deportivas concienciadas y comprometidas con el entrenamiento de elite, tenemos que evitar las tentaciones del dinero extradeportivo, compensado el rechazo al dinero de las marcas con una aumento de ficha.
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